18 enero, 2008

Ciencia y espiritualidad

Los humanos podemos desear la certeza absoluta, aspirar a ella, pretender como hacen los miembros de algunas religiones que la hemos logrado. Pero la historia de la ciencia —sin duda la afirmación de conocimiento accesible a los humanos de mayor éxito— nos enseña que lo máximo que podemos esperar es, a través de una mejora sucesiva de nuestra comprensión, aprendiendo de nuestros errores, tener un enfoque asintótico* del universo, pero con la seguridad de que la certeza absoluta siempre se nos escapará.

      Siempre estaremos sujetos al error. Lo máximo que puede esperar cada generación es reducir un poco el margen de error y aumentar el cuerpo de datos al que se aplica. El margen de error es una autovaloración penetrante, visible, de la fiabilidad de nuestro conocimiento. Se puede ver a menudo el margen de error en encuestas de opinión pública («una inseguridad de más o menos tres por ciento», por ejemplo). Imaginemos una sociedad en la que todo discurso en el Parlamento, todo anuncio de televisión, todo sermón fuera acompañado de un margen de error o su equivalente.

      Uno de los grandes mandamientos de la ciencia es: «Desconfía de los argumentos que proceden de la autoridad.» (Desde luego, los científicos, siendo primates y dados por tanto a las jerarquías de dominación, no siempre siguen este mandamiento.) Demasiados argumentos de este tipo han resultado ser dolorosamente erróneos. Las autoridades deben demostrar sus opiniones como todos los demás. Esta independencia de la ciencia, su reluctancia ocasional a aceptar la sabiduría convencional, la hace peligrosa para doctrinas menos autocríticas o con pretensiones de certidumbre.

      Como la ciencia nos conduce a la comprensión de cómo es el mundo y no de cómo desearíamos que fuese, sus descubrimientos pueden no ser inmediatamente comprensibles o satisfactorios en todos los casos. Puede costar un poco de trabajo reestructurar nuestra mente. Parte de la ciencia es muy simple. Cuando se complica suele ser porque el mundo es complicado, o porque nosotros somos complicados. Cuando nos alejamos de ella porque parece demasiado difícil (o porque nos la han enseñado mal) abandonamos la posibilidad de responsabilizarnos de nuestro, futuro. Se nos priva de un derecho. Se erosiona la confianza en nosotros mismos.

      Pero cuando atravesamos la barrera, cuando los descubrimientos y métodos de la ciencia llegan hasta nosotros, cuando entendemos y ponemos en uso este conocimiento, muchos de nosotros sentimos una satisfacción profunda. A todo el mundo le ocurre eso, pero especialmente a los niños, que nacen con afán de conocimiento, conscientes de que deben vivir en un futuro moldeado por la ciencia, pero a menudo convencidos en su adolescencia de que la ciencia no es para ellos. Sé por experiencia, tanto por habérmela explicado a mí como por mis intentos de explicarla a otros, lo gratificante que es cuando conseguimos entenderla, cuando los términos oscuros adquieren significado de golpe, cuando captamos de qué va todo, cuando se nos revelan profundas maravillas.

      En su encuentro con la naturaleza, la ciencia provoca invariablemente reverencia y admiración. El mero hecho de entender algo es una celebración de la unión, la mezcla, aunque sea a escala muy modesta, con la magnificencia del cosmos. Y la construcción acumulativa de conocimiento en todo el mundo a lo largo del tiempo convierte a la ciencia en algo que no está muy lejos de un meta-pensamiento transnacional, transgeneracional.

      «Espíritu» viene de la palabra latina «respirar». Lo que respiramos es aire, que es realmente materia, por sutil que sea. A pesar del uso en sentido contrario, la palabra «espiritual» no implica necesariamente que hablemos de algo distinto de la materia (incluyendo la materia de la que está hecho el cerebro), o de algo ajeno al reino de la ciencia. En ocasiones usaré la palabra con toda libertad. La ciencia no sólo es compatible con la espiritualidad sino que es una fuente de espiritualidad profunda. Cuando reconocemos nuestro lugar en una inmensidad de años luz y en el paso de las eras, cuando captamos la complicación, belleza y sutileza de la vida, la elevación de este sentimiento, la sensación combinada de regocijo y humildad, es sin duda espiritual. Así son nuestras emociones en presencia del gran arte, la música o la literatura, o ante los actos de altruismo y valentía ejemplar como los de Mohadma Gandhi o Martín Luther King, Jr. La idea de que la ciencia y la espiritualidad se excluyen mutuamente de algún modo presta un flaco servicio a ambas.

Carl Sagan, El mundo y sus demonios, capítulo segundo.

*asintótico, ca.(De asíntota).1. adj. Geom. Dicho de una curva: Que se acerca de continuo a una recta o a otra curva sin llegar nunca a encontrarla. (DRAE)

Yo también pienso que la persona racional sin una idea mágica de la existencia puede ser perfectamente espiritual, a falta de otro término para designar a quienes son sensibles y buscan crecer o perfeccionarse como seres humanos.

      Añadiría a las razones de Sagan mi opinión de que una persona con una idea racional de la existencia, si medita por sí misma los valores con los que se conduce por la vida, me parece mucho más profunda y de mérito que aquellos que sencillamente adoptan los de una doctrina, por piadosa que resulte su pose. Posiblemente, los valores adquiridos de esta manera son, además, mucho más sólidos que los de un aprendizaje de dogmas sin reflexión propia.

      Es, por ejemplo, una idea generalizada que quienes aceptan una explicación científica del amor no son sensibles y lo viven más superficialmente que los románticos. Desde mi punto de vista, parece incluso absurdo tener que desmentir afirmaciones de este tipo: la etiqueta de personas frías y vacías que se adjudica a quienes aceptan explicaciones racionales sobre la vida no es más que una caricatura producto de la incomprensión y la ignorancia, o parte de esa presunción de tantos esnobs tópicos "de letras" de tener la exclusiva de las personalidades profundas. Poseer una idea científica del ser humano y de la existencia no solo no puede afectar a la propia humanidad, sino que contribuye a un autoconocimiento y una sabiduría más reales que los del misticismo.

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17 comentario/s (feed de esta discusión):
Blogger Gerardo escribió:

Esto es para compensar la chapuza de la entrada anterior.

Saludos

1/18/2008 06:50:00 p. m.  
Blogger Andrés Diplotti escribió:

Ésa parece ser ciertamente una táctica común entre los creyentes: atribuirle algo (llamémosle X) a una entidad imaginaria y luego afirmar que quien no cree en esa entidad imaginaria tampoco cree en X. Estamos llenos de ejemplos: "¿Cómo puedes tener moral si no crees en Dios?", "¿Cómo puedes hablar de vida extraterrestre si no crees en el fenómeno ovni?", o, en este caso, "¿Cómo es que hablas de cosas espirituales si no crees en el alma?". Con el mismo argumento podrían decir que el que no cree en las Musas no puede apreciar el arte. "Tú crees que las personas son simples trozos de materia", dicen. Primero, señores, de "simples" nada, que bien complejos somos; y segundo, son ustedes y no yo quienes han decretado que la materia no puede pensar ni sentir.

1/18/2008 08:57:00 p. m.  
Blogger Gerardo escribió:

No siempre es una actitud maquinada; pero desde luego sí es una absoluta incapacidad para ponerse en el lugar de otro, para intentar imaginar una manera de entender el mundo distinta a la suya, y muchas veces pura soberbia.

1/18/2008 09:01:00 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió:

Yo apostaria que la mayoria de las veces es soberbian en estado puro, y no incapacidad, sino autentica negacion a ponerse en el pellejo del otro por creerlo un pelele.

Me ha encantado la entrada y los comentarios :)

1/19/2008 11:53:00 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió:

Te se hechaba de menos jerardo. Ma legro de que buelvas ascribir de nuevo en tu bloj ;-)

1/19/2008 11:54:00 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió:

El orgullo de no aceptar la posibilidad de error propio es probablemente una causa subyacente. Por ejemplo, una racionalización habitual cristiana es creer que uno está siguiendo las leyes de Dios, incluyendo el "no matarás". Por tanto, los ateos son asesinos en potencia. La gente que así razona no tiene capacidad para considerar siquiera que puedan existir causas que muevan a los ateos a rechazar el asesinato.

El ejemplo quizá sea un poco exagerado, porque en el caso de provocar la muerte tal vez sí que haya un cierto consenso subconsciente en que eso está grabado en el espíritu humano, aunque a algunos les falle (estoy usando "espíritu" aludiendo en esta ocasión al instinto). En otros casos, como el del amor citado en la entrada, sí que es aplicable. El amor procede del alma; por tanto, quienes creen que el alma no existe no pueden experimentar amor. Y quien diga que el amor no procede del alma, se equivoca, porque es lo que creo y no voy a cambiar de opinión, pensaría alguien así.

Hay otra posibilidad, no necesariamente excluyente. Otra idea subconsciente popular es que al averiguar las causas de algo, ese algo "pierde la gracia"; de ahí, supongo, la famosa frase de Benítez de que "los enigmas no deben ser desvelados". Cuando comprendemos que el osito de peluche está relleno de tela y construido industrialmente, deja de ser un alguien para ser un algo. Ahora es fácil dar el paso siguiente: para quien comprende el amor, el amor pierde la gracia. O para quien comprende que las caras de Bélmez son obra humana, éstas pierden todo interés.

Lo difícil, por el esfuerzo mental que requiere, es poner cada cosa en su sitio. Comprender las causas del amor no impide sentir amor en ninguna medida. Comprender que el osito de peluche es tela y nada más no tiene por qué impedirnos proyectar una figura paterna, materna o filial en él, y por tanto abrazarlo y quererlo, aun siendo conscientes de que nos dejamos llevar por esa idea. Lo de las caras de Bélmez es distinto, pues mantener el interés tras descubrir el pastel, siendo que ese interés procede únicamente de pensar que esas caras proceden de espíritus, es una postura que rayaría en lo paranoico. Pero a veces hay formas de mantener otro tipo de interés; por ejemplo, un estudio histórico de cómo se ha llegado a convertir en tal fenómeno social (tanto el libro de Martín Serrano como el de Máñez y Cavanilles son apasionantes para quien quiera profundizar en esa vía).

Perdón, no pretendo aburrir a nadie, sólo dar materia de reflexión a quienes piensan así.

-- Pedro Gimeno

1/19/2008 01:25:00 p. m.  
Blogger Gerardo escribió:

Iván: [Yo apostaria que la mayoria de las veces es soberbian en estado puro, y no incapacidad, sino autentica negacion a ponerse en el pellejo del otro por creerlo un pelele. Me ha encantado la entrada y los comentarios :)]

No digo que no haya de eso, Iván. Y gracias.

Ricardo Campo: [Te se hechaba de menos jerardo. Ma legro de que buelvas ascribir de nuevo en tu bloj ;-)]

Grasias, richal :) Estoy procurando no dejarlo morir. Estoy con algunas entradas que voy trabajando con el portátil, con la idea de sacar de vez en cuando algo de cierta calidad, mejor que actualizar frecuentemente.

Pedro, aparte del orgullo, yo pienso que esta postura es muchas veces (quizás la mayoría de ellas) debida a la imposibilidad de imaginar el mundo a través de la ideología de otro. Mi experiencia, por gente que conozco personalmente, fuera de sospecha de soberbia, es que no son capaces de imaginar cómo se puede pensar y vivir sin la idea de dios (con minúscula). Es algo tan arraigado en su modo de vivir que creen que lo nuestro es imposible, un espejismo del que nos convencemos ya que, en el fondo, creemos sin confesárnoslo a nosotros mismos hasta el lecho de muerte. Hay gente que no puede imaginarse a otra. Es la dificultad, lo habrás leído en el libro de Sociología de milagro, de “ponerse en el lugar de salvaje”.

Estoy totalmente de acuerdo en lo que dices de esa “idea subconsciente popular de que al averiguar las causas de algo, ese algo pierde la gracia”. Precisamente con el tema del amor, intenté una vez introducir a una amiga, que tenía un ligero… llamémoslo “desorden romántico del comportamiento”, en algunos datos científicos sobre el amor. Respondió negándose a escuchar, como si saber algo así pudiera ser una especie de vacuna para el amor. Creía de verdad que averiguar la causa de una emoción puede destruir esa emoción.

Para mí Bélmez y los misterios también son un ejemplo distinto que no incluyo en estas observaciones mías. Aunque se pueda parecer en que alguna gente piensa que investigarlos los destruye, entran en otra categoría. Las cuestiones de las que hablamos, como el amor, la vida, la conciencia, la existencia, siguen existiendo sean cuales sean las explicaciones que les demos, ya que son realidades. Las teleplastias y otros falsos misterios solo son leyendas.

Y no aburres a nadie, pero ofender, seguramente. Siempre hay gente que piensa que es una ofensa una opinión distinta a la suya.

1/21/2008 11:38:00 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió:

La reflexión final me iba pareciendo acertada hasta que entró el tema de la gente "de letras". Esnobs los hay en ciencias, letras, artes plásticas y en la ignorancia e incompetencia. Es el esnob el que usa su campo, sea cual sea, para hacerse notar como superior, no el campo el que fabrica al esnob.Yo mismo conozco esnobs "de ciencias" de los que se abochornaría uno con sólo escucharles dos minutos. Soy consciente de que dices "algunos" y no "absolutizas" a todos los de letras, lo sé, pero al final parece demasiado un epíteto.

1/21/2008 07:46:00 p. m.  
Blogger Gerardo escribió:

Hola, Primo Ralsa.

Gracias por leerme, no se te ve mucho por aquí. Estoy de acuerdo en lo que dices, y aunque pueda haberte dado esa impresión, no estoy calificando de snobs a todos los “de letras”. Usas la palabra “epíteto”, y precisamente, estuve atento a ser preciso en esa frase y a huir del epíteto. Sería, entre otras cosas, tirar piedras a mi tejado, ya que yo soy, y además me considero sinceramente, por vocación, “de letras” y amante del arte; aunque sea evidente mi interés por la ciencia. Pero es cierto que existe esa delimitación, en mi opinión prejuiciosa y basada en la ignorancia, de “cultura de letras” y “de ciencias”, en la que solo las humanidades se valoran como la cultura auténtica. Hay un artículo de Carlos Chordá muy interesante precisamente sobre esto en El Escéptico Digital de este mes: “Las dos culturas”.

Aparte de lo que dice Chordá, con el que coincido plenamente, lo que yo veo es esa pose tan extendida (no solamente popular) con la que, si alguien quiere cultivar una imagen de persona bohemia, compleja, torturada, o cualquier otra cosa con la que pretenda llamar la atención del sexo opuesto, es rarísimo que exhiba interés por la ciencia: escoje el arte. Me refiero a los que incluso exhiben su ignorancia científica y tecnológica como una pose que creen interesante. A esa gente me refiero, nada más. No a todos los “de letras”, sino a los que las exhiben por pose y snobismo. (Tengo pendiente hablar de las falsas vocaciones artísticas, sobre la idea de que si no existiese este prestigio del arte, esta sobrevaloración y el estatus social que proporciona, ¿cuántos que son artistas habrían escogido esa profesión?, ¿cuántos que buscan ser artistas lo buscarían si un escritor tuviera el prestigio social de, por ejemplo, un programador informático genial?, ¿cuántos que creen o pretenden ser apasionados del arte lo son en realidad de mostrar una afición socialmente rentable que proyecta su egocéntrica idea de sí mismos como personas fascinantes? Y ya paro de desbarrar.)

Y de verdad, no “absolutizo”. Sería generalizar facilonamente sobre un grupo de personas, y eso, por mucho que lo razonase, solo sería un prejuicio.

Hasta dentro de unos días.

1/21/2008 09:50:00 p. m.  
Blogger Andrés Diplotti escribió:

Primo Ralsa, es comprensible que en este tema específico Gerardo se meta con los esnobs "de letras" y no con los "de ciencias". Después de todo, sería muy raro que un esnob de ciencias tenga la actitud que la entrada critica, a menos que esté interesado en sabotear su propio campo. El esnobismo de ésos pasará por otros lados.

1/22/2008 06:53:00 p. m.  
Blogger Nora escribió:

Gerardo:
Muy lindo el fragmento de Carl Sagan. Yo también tengo alguna frase de Einstein en relación a la validez de ambas (creo haberla publicado).
No sòlo coincido con este pensamiento sino que ademas me parece vital que comulguen. La ciencia no hace más que explicar las leyes del Infinito.
Pero la soberbia humana se confunde y cree que cuando logra explicar algo implica que no hay Fuente.

Fijate que la Medicina cree que las causas son las que conoce y algún día sabrá que es la misma persona.
Saludos cordiales!
Pasión
Cuantos hombres en el blog!!! Se permiten muejres??!! Ja!

1/26/2008 12:10:00 p. m.  
Blogger Leónidas Kowalski de Arimatea escribió:

Pasión, yo soy algo cortito, ¿me puedes explicar mejor esta frase: "Pero la soberbia humana se confunde y cree que cuando logra explicar algo implica que no hay Fuente"? ¿Esa "Fuente" con mayúscula se refiere a un dios?

1/26/2008 01:24:00 p. m.  
Blogger Nora escribió:

Hola Leònidas.
Yo le llamo Dios. Otros creen en algo superior pero no se atreven a ponerle ese nombre. Si tu le llamas Dios es eso, hablamos de lo mismo.
Saludos!
Pasión

1/26/2008 02:00:00 p. m.  
Blogger Gerardo escribió:

Pasión, creo que no has entendido el fragmento de Sagan correctamente. Sagan era ateo, y lo mismo Einstein, del que conviene conocer estas frases (sacadas de la Wikipedia):

Por supuesto es una mentira lo que se ha leído acerca de mis convicciones religiosas; una mentira que es repetida sistemáticamente. No creo en un Dios personal y no lo he negado nunca sino que lo he expresado claramente.

Si hay algo en mí que pueda ser llamado religioso es la ilimitada admiración por la estructura del mundo, hasta donde nuestra ciencia puede revelarla. [...] No creo en la inmortalidad del individuo, y considero que la ética es de interés exclusivamente humano, sin ninguna autoridad sobrehumana sobre él.


No quiero decir que no haya científicos que creen en Dios; pero estos dos, no lo hacían. En cuanto a mí, estoy pendiente de mi Online God Detector antes de dar una opinión.

1/26/2008 03:42:00 p. m.  
Blogger Nora escribió:

Transcribo el fragmento del libro de Einstein que tengo sobre mis rodillas:

"Mi idea de Dios consta de un gran sentimiento relacionado con la convicción de que hay una razón expresándose en la Naturaleza. Según el modo como se exprese, podría llamársela fantástica."

En algún punto pense que lo que habias puesto tu al pie de Sagan no coincidía exactamente con él pero pensé que podía ser un error en el tipeo de tu pensamiento(me pasa) No tenìa sentido que publicaras un texto y mencionaras a continuación una serie de argumentos que parecían contradecirlo.

No obstante, no importa, como verás lo interpretamos de maneras diferentes. (no será mucho decir que no lo entendí?).

De todas maneras este intercambio está llegando a su fin. No me interesa convencer a nadie de lo que creo. Solo trato de encontrar a aquellos que pudieron ver más allá de su matriz.

Este escala sí pudo ser un error, (o no)
Saludos!
Pasión

1/26/2008 06:18:00 p. m.  
Blogger Gerardo escribió:

Y yo, mejor, pondré en su contexto ese fragmento del libro que tienes sobre tus rodillas:

[…] Las creencias supersticiosas pueden disminuir gracias a la acción del pensamiento causal o investigación científica. Todo trabajo científico correcto tiene una base religiosa, vinculada con convicciones de la razón. Por ejemplo: la comprensibilidad del mundo.

Mi idea de Dios consta de un gran sentimiento relacionado con la convicción de que hay una razón expresándose en la Naturaleza. Según el modo como se exprese, podría llamársela fantástica.

Solo puedo considerar la tradición religiosa desde el aspecto histórico y psicológico. Me es imposible establecer otro tipo de relación.


Einstein habla de un punto de partida necesario para hacer ciencia, que es el de pensar que el universo puede ser comprendido por la razón. Si no partes de la hipótesis primera de la comprensibilidad del universo, no puedes emprender su análisis racional, y por tanto científico. Aunque es comprensible mediante nuestra razón (al menos por ahora), no sabemos si tendría por qué serlo, podría ser absurdo para nuestra mente, impidiéndonos cualquier avance en su conocimiento. A Einstein le parecía asombroso y digno de admiración el que podamos acceder a comprender el universo con nuestra razón, lo que, si lo consideró una misteriosa expresión de esta razón en el universo habría sido, por cierto, una forma de antropocentrismo).

Cuando Einstein habla de Dios, está usando una manera accesible de expresar algo similar a lo que dice Sagan: que la comprensión del universo mediante la razón le provoca reverencia, un sentimiento "espiritual". La contemplación de la existencia a través de la razón y la ciencia es lo que considera fuente de la verdadera espiritualidad, frente a las religiones mitológicas y espiritualistas, que desprecia abiertamente. En este fragmento suyo, que se dilata algo más que el que aportas, está más claro:

[…] El conocimiento de que existe algo impenetrable para nosotros, de que hay manifestaciones de la razón, de la conciencia más honda y de la belleza más deslumbrante, accesibles a nuestra conciencia sólo en sus formas más primitivas; todo este saber, conocer y sentir, da origen a la verdadera religiosidad; en este sentido, y sólo en él, pertenezco a los hombres profundamentes religiosos. Pero no alcanzo a imaginar a un Dios que premia o castiga a sus criaturas, o que, en general, posee una voluntad semejante a la que observamos y sentimos en nosotros mismos. Tampoco me es posible concebir que un individuo sobreviva a su muerte corporal; esta clase de pensamientos sólo pueden servir de alimento para las almas débiles, temerosas, o ridículamente egoístas.

A mí me basta con el misterio de la eternidad de la vida, con el conocimiento y el sentir de la admirable estructura de la existencia, con lo presente, así como con la abnegada tendencia hacia la comprensión y el logro aunque sea de la mínima parte de la razón que se manifiesta en la Naturaleza.


Dices: [No tenía sentido que publicaras un texto y mencionaras a continuación una serie de argumentos que parecían contradecirlo.]

Y no lo contradigo. Es que tú no lo entiendes.

[No obstante, no importa, como verás lo interpretamos de maneras diferentes. (no será mucho decir que no lo entendí?).]

No, no es mucho decir que no lo entiendes. Es que, sencillamente, no lo entiendes. Sagan no solo no creía en Dios, sino que fue un escéptico militante. Era miembro del CSICOP (los escépticos organizados norteamericanos), una asociación que trabaja desde la ciencia y la racionalidad para contrarrestar la superstición, ya sea en forma de pseudociencia, religión (tradicional o de la nueva era) o de creencia en lo paranormal. Lo dice claramente varias veces en el libro del que extraigo la cita. Y no hay lugar para diferentes interpretaciones. Un par de fragmentos más de este libro:

En lugar de reconocer que somos ignorantes en muchas áreas, hemos tendido a decir cosas como que el universo está impregnado de lo inefable. Se asigna la responsabilidad de lo que todavía no entendemos a un Dios de lo ignorado. A medida que fue avanzando el conocimiento de la medicina a partir del siglo IV, cada vez era más lo que entendíamos y menos lo que teníamos que atribuir a la intervención divina.

[…] Se dice que las Escrituras son de inspiración divina, una frase con muchos significados. Pero ¿y si han sido fabricadas simplemente por humanos falibles? Se da testimonio de milagros, pero ¿y si en lugar de eso son una mezcla de charlatanería, estados de conciencia poco familiares, malas interpretaciones de fenómenos naturales y enfermedades mentales? No me parece que ninguna religión contemporánea y ninguna creencia de la «Nueva Era» tenga en cuenta suficientemente la grandeza, magnificencia, sutileza y complicación del universo revelado por la ciencia. El hecho de que en las Escrituras se hallen prefigurados tan pocos descubrimientos de la ciencia moderna aporta mayores dudas a mi mente sobre la inspiración divina.

[…] He conocido muchas personas que se sienten ofendidas por la evolución, que preferirían apasionadamente ser la obra artística personal de Dios que haber surgido del fango por fuerzas físicas y químicas ciegas desarrolladas durante eones. También suelen ser reacios a exponerse asiduamente a las pruebas. La evidencia tiene muy poco que ver con ellos: creen lo que desean que sea verdad. Sólo el nueve por ciento de los norteamericanos acepta el descubrimiento central de la biología moderna de que los seres humanos (y todas las demás especies) han evolucionado lentamente por procesos naturales de una serie de seres más antiguos sin que fuera necesaria la intervención divina en el camino.


Y aquí tenemos una cita en la que explica lo que he intentado decir yo de Einstein, en una entrevista de 1996, en Talk of the Nation. Sagan dijo cuando le preguntaron sobre sus creencias religiosas:

¿Dónde está la evidencia? Ahora, la palabra "Dios" se usa para referirse a una amplia variedad de ideas muy diferentes, quizás desde la idea de un enorme hombre pálido con larga barba blanca que está sentado en un trono en el cielo y lleva el recuento de la muerte de cada gorrión –del que no hay pruebas en absoluto– a la visión de Einstein, de Spinoza, que es esencialmente que Dios es la suma total de las leyes de la naturaleza. Y ya que existen leyes de la naturaleza... si eso es lo que entiendes por Dios, entonces por supuesto que hay un Dios. Todo depende de la definición de Dios".

Dedicado a quienes ven más allá de su matriz y de su ombligo.

1/28/2008 02:11:00 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió:

La verdad es que yo no entiendo esa visión que dice que el hecho de desvelar las causas de algo hace que pierda la gracia. Más bien debería ser al contrario, ¿No? Que nuestra mente sea capaz de comprender cómo funciona el Mundo es maravilloso y excitante. El desconocimiento de algo debería constituir una motivación para aprender, y no una fuente de superstición. No creo que los defensores de los misterios dejen de emocionarse ante una obra de arte sólo porque conocen su origen y saben quién la creó. De la misma manera no creo que un determinado fenómeno sea menos emocionante porque se conozca su causa.

Además, en la ciencia cada avance, cada respuesta, genera nuevos y más complejos interrogantes. La emoción no se pierde nunca, siempre se puede avanzar más. Siempre habrá cosas que no sabemos, y descubrirlas no sólo no les hace perder la gracia, sino que las dota de cierto encanto. Al menos esa es mi visión.

Por otra parte, respecto a los científicos y la religión, en los casos concretos que comentas ya ha respondido clara y ampliamente Gerardo. Y en el caso de muchos científicos que sí son religiosos a la manera tradicional de entenderlo... pues bueno, claro que los hay. Pero no debes confundir a los científicos con la ciencia, porque son cosas diferentes. También hay científicos que les gusta el fútbol o la paella, y la ciencia no trata de fútbol o gastronomía.

Que haya científicos religiosos no justifica que la religión -o su religión, en cada caso- sea verdadera. Los científicos son personas, y aparte de desarrollar sus labores profesionales tienen un bagage de creencias y valores que puede tener poco que ver con su profesión. Un científico, como persona, puede ser religioso, machista, antisemita o judeomasónico, y eso no justifica ninguna de esas actitudes ni mucho menos que la ciencia las apoye.

Seguramente a buena parte de los científicos religiosos les surjan no pocas dificultades para cuadrar ciertas ideas, pero si sus creencias están bien arraigadas, pues a fuerza de darles vueltas lo conseguirán. Y es que la cultura tiene muchas veces un peso más importante que la razón y la lógica. Sobre todo cuando hablamos de personas.

Un besito,
Miri

1/28/2008 08:29:00 p. m.  

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